A lo largo de la obra, se puede ver el deseo extremo de Bernarda de guardar las apariencias de su familia. Creo que este deseo surge del miedo que se siente que una de sus hijas podría ser rechazada o aún matada a causa de sus acciones en el pueblo. En la obra, Bernarda describe el destino de Paca la Roseta con su decisión de ser prostituta y la hija de la Librada que fue arrastrado por la calle hasta que murió. Teme que sus hijas tengan un destino como ellas y por eso Bernarda se obsesiona por guardar apariencias buenas.
Primeramente, Bernarda escoge encerrar a su madre, María Josefa porque cree que podría empeorar las apariencias de la familia. Bernarda deja salir a su madre sola una vez durante la obra pero no quiere que vaya cerca del pozo porque cuando está allí, los vecinos pueden verla. El encierro de Bernarda de su madre, provoca su locura completa. Se puede ver esto cuando llama una ovejita “niño mío” y que quiere “casar[se] con un varón hermoso de la orilla del mar.” Es evidente que ninguna de las cosas son realistas y por eso Bernarda suscita su locura.
Además, la obsesión de Bernarda por guardar las apariencias provoca una gran opresión en la casa. La primera cosa que hace es prohibir que sus hijas salgan de la casa para evitar una situación en que manchen la reputación de la familia. También, declara que “en ocho años que dure el luto [de su padre] no ha de entrar en esta casa el viento de la calle.” No solo no las dejará salir, sino que esto durará para 8 años de su vida. Durante el luto, las hijas no tienen la libertad de vestirse como quieran, deben vestirse en negro. Finalmente, Bernarda exige que haya silencio en la casa, otra forma de opresión, porque no quiere que los vecinos oigan de lo que están hablando. Esta opresión se convierte en algo tan insoportable que Adela escoge suicidarse.
Finalmente, la obsesión de Bernarda por guardar las apariencias causa la deterioración de su relación con sus hijas. Al principio, Lorca demuestra que Bernarda no puede ser una figura maternal que quiere tenerle cariño a sus hijas. Después del enterramiento de su marido, Bernarda ordena que sus hijas no lloren enfrente de otras personas. No tiene ninguna pizca de compasión o comprensión por sus hijas y hay claramente una falta de amor por su parte. En vez de ser una figura maternal, Bernarda es una figura autoritaria y explica a Prudencia que “una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en una enemiga.” Se puede ver esta creencia después de la muerte de Adela, cuando lo único que le importa es que se diga que se hija ha muerto virgen. En las dos circunstancias, considera que su reputación es más importante que su relación con sus hijas, esto suscita su deterioración.
Para concluir, es evidente que las consecuencias de la obsesión de Bernarda por guardar las apariencias son muy profundas. A lo largo de la obra, el lector experimenta la medida en que su opresión ahuyenta a sus hijas, deteriorando todo el amor y el cariño que permanecía antes. La opresión que fue creada por Bernarda tiene consecuencias trágicas, como hemos visto con la muerte de Adela.
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